El método de transcripción en Lectura Fácil realizado por profesionales
Hace cinco años.
Las calles estaban desiertas, marcadas por la pandemia mundial, y los mismos visuales cubrían todos los muros de la ciudad: los relacionados con las medidas de prevención. ¿Lo recuerdan, verdad?
Sus mensajes simples, claros y directos perseguían un objetivo común: sensibilizar a toda la población. Sin saberlo, estábamos entonces expuestos a un método muy preciso: FALC, es decir, Lectura Fácil.
Aunque la Lectura Fácil se popularizó en los espacios públicos a partir de los años 2000, sus orígenes se remontan en realidad a los años 70. Fue en esa época cuando surgió una conciencia colectiva: la información debe ser accesible para todos, independientemente del nivel de lectura o de las capacidades cognitivas.
Pero, ¿qué es exactamente la Lectura Fácil?
¿Qué es el método FALC?
Para que un texto sea reconocido como FALC (Lectura Fácil), debe cumplir reglas precisas definidas a nivel europeo. No se trata simplemente de escribir “más simple”, sino de seguir un método riguroso:
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El contenido debe ser claro, directo, con una sola idea por frase. Se privilegian palabras comunes y concretas, evitando jerga, siglas no explicadas, formas pasivas o metáforas.
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Las frases son cortas, en presente, y la estructura del texto sigue una lógica lineal (de lo más simple a lo más complejo).
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La maquetación es esencial: fuente sin serifas (como Arial), tamaño mínimo 14, alineado a la izquierda, con espacios bien definidos entre párrafos.
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Se utilizan títulos explícitos, listas con viñetas y pictogramas o imágenes que ayudan a ilustrar las ideas clave.
Pero la verdadera especificidad del FALC es la última fase:
- El texto debe ser aprobado por las personas implicadas (personas con discapacidad intelectual).
Ellas revisan el documento para asegurarse de que todo sea realmente comprensible. Solo después de esta validación un texto puede llevar la mención oficial “redactado en FALC”.
- Las ventajas del método de transcripción FALC para su empresa
¿Alguna vez se ha quedado bloqueado frente a un cartel, un sitio web o una carta, sin entender realmente lo que se esperaba de usted?
Frente a un contenido confuso, ¿cuántos segundos logró mantener la atención antes de perder interés? Probablemente menos de diez. Y no está solo: nuestro cerebro está programado para evitar esfuerzos innecesarios.
Cuando se enfrenta a información poco clara, demasiado densa o mal presentada, se desconecta y busca inmediatamente algo familiar y fácil de procesar; en otras palabras, lo ignora.
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Marcas e instituciones: comunicación ya establecida
Cuanto más amplio sea su público, más vital se vuelve el uso de un lenguaje claro. En el sector privado, algunas empresas van aún más allá.
El sitio de la aseguradora belga Flora muestra abiertamente su compromiso con la simplificación, con expresiones como “Sin palabras que nadie entiende” o “Adiós al jerga”, al inicio de la página dedicada a la legibilidad de sus contratos.
El sector financiero también adopta el método de Lectura Fácil. En España, el banco CaixaBank ha implementado una guía interna para difundir las buenas prácticas de Lectura Fácil entre todos sus equipos. También ofrece una biblioteca de documentos simplificados, diseñada especialmente para personas con dificultades de lectura, disponible directamente en su sitio web.
En cuanto a las instituciones públicas, Suiza no se queda atrás. El cantón de Vaud está preparando una versión Lectura Fácil de su folleto “Bienvenido al cantón de Vaud”, ya disponible en 17 idiomas. Por su parte, el EVAM (Etablissement Vaudois d’Accueil des Migrants) ha formado a sus equipos en el método de Lectura Fácil y ya ofrece varias páginas de su sitio web, como “Soy un migrante” o “Ucrania”, redactadas completamente en este formato. Incluso cuando estos materiales no llevan oficialmente el sello de Lectura Fácil, aplican los mismos principios: lenguaje claro, estructura aireada, elementos visuales relevantes y frases cortas.
En un mundo saturado de mensajes, la atención es un lujo, y solo se gana haciendo que la comprensión sea inmediata.
Si el cerebro de su lector o cliente tiene que “trabajar” para entender, no se involucrará. No continuará leyendo y no regresará.
Cabe recordar: sin comprensión, no hay confianza. Sin confianza, no hay acción.
Por eso, la claridad de sus contenidos no es un detalle estético, sino un impulso estratégico. Determina la capacidad de su mensaje para alcanzar a su público, convencerlo y motivarlo a actuar.
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